Elecciones y crispación en España (I): Comportamiento, trayectoria e ideología.
Una característica llamativa del comportamiento político de los ciudadanos españoles ha sido su moderación en el voto, desde las elecciones de 1977, tras cuarenta años de dictadura y siendo las primeras elecciones libres y democráticas desde febrero de 1936. Curiosamente, durante la Segunda República el voto estaba muy polarizado y no era, ni mucho menos, moderado. Desde 1982 hasta 2008, dos partidos políticos, el PSOE y el PP concentraron entre el 80%y el 92% de los escaños en el Congreso de los Diputados. Para las elecciones de 2015, este porcentaje ya se había reducido hasta llegar al 63% de escaños; y tan solo el 52% de votos. Es decir, los españoles pasamos de un sistema bipartidista limitado, a uno multipartidista (primero moderado y luego fragmentado).
Explicando más a fondo los distintos ciclos electorales, empezamos con las elecciones fundacionales de 1977. Tras la aprobación de la Ley para la Reforma Política (noviembre de 1976) –en la que se incluía el sistema electoral que habría de utilizarse para transformar los votos en escaños– tuvieron lugar las elecciones. Con más de seis millones de votos, un millón más que los obtenidos por el PSOE, la Unión de Centro Democrático (UCD) alcanzaba el Gobierno al hacerse con 166 escaños, frente a los 118 de los socialistas. Si nos centramos en los partidos políticos, la mayor parte de votantes se decantó por la UCD y el PSOE (demostrando la moderación ideológica a la que tendemos los españoles). En resumen, los resultados dieron forma a un sistema multipartidista moderado, caracterizado por una competición intensa entre los dos principales partidos, que sumaban el 64% de los votos y el 81% de los escaños en 1977 y el 65,5% de votos y el 83% de escaños en 1979. En 1982 se produjo un acontecimiento histórico. Fruto de sus profundas divisiones internas, la UCD, el partido de gobierno, se desintegró. Las elecciones de este año fueron críticas, pues producen un cambio sustancial y duradero en los alineamientos electorales. El PSOE subió 81 escaños, otorgándole mayoría absoluta. Así, y hasta 1993, entramos en un bipartidismo imperfecto, desapareciendo la atomización de partidos que habían tenido representación en las elecciones de 1979 pasando de 9 a 5 partidos nacionalistas y regionalistas. Además, la concentración en el porcentaje de votos y escaños de las dos formaciones mayoritarias, ahora PSOE y AP, se elevó hasta el 75% y el 88%, respectivamente.
Fuente:CIS (Elaboración propia)
Las siguientes elecciones generales celebradas en 1986 y 1989 supusieron la continuidad y la estabilidad del sistema de partidos. Ambos comicios produjeron mayorías absolutas para el PSOE, si bien a cada elección bajaba su número de escaños. En 1996 se consagraría el cambio y la entrada de un nuevo ciclo electoral, esta vez de regreso al multipartidismo moderado, hasta el año 2011. Estas elecciones pusieron fin a la extensa etapa de catorce años de gobierno socialista presididos por Felipe González. El PP obtuvo el 38,8% de los votos y el 45% de los escaños con casi diez millones de votos.
Fuente:CIS (Elaboración propia)
Salvo en las elecciones del año 2000 (mayoría absoluta de Aznar en la que parcialmente se volvió al sistema de partido predominante), hubo una intensa competición PP-PSOE. Se buscó una mayor polarización del voto, para diferenciarse, a razón de explotar el estímulo o priming a través de issues favorables. Y por último, en las elecciones de 2011 entramos en un multipartidismo cada vez más fragmentado, agravado por la presencia de cada vez más partidos. El PSOE perdió algo más de cuatro millones de votantes con respecto a los comicios de 2008, cayendo 59 escaños y quedándose con el 31,4% de los votos, a causa principalmente de la profunda crisis económica mundial. 5. Si desde 2004 los dos principales partidos habían concentrado el mayor porcentaje de voto desde 1977 (un 80,3% en 2004 y un 83,8% en 2008), los comicios de 2011 dispersan al electorado (PP y PSOE suman un 74,4% de los votos (casi un 10% menos que en las elecciones generales anteriores). Si en las elecciones generales de 2011 la crisis económica y política que se palpaba en la sociedad española había sido canalizada bajo el esperado reemplazo del PSOE por el partido líder de la oposición, en 2015 podemos hablar de un cambio sin precedentes en el sistema de partidos. El número de partidos electorales (un índice que tiene en cuenta el número y el peso en votos de los partidos) pasó de 3,3 en 2011 a 5 en 2015, siendo el más elevado del periodo democrático. En esencia, esto se debió a la irrupción en el Congreso de los Diputados de dos fuerzas políticas nuevas: Podemos y Ciudadanos. El “terremoto electoral” de las elecciones generales de 2015 dejó tras de sí la mayor irrupción de dos nuevas formaciones en el Congreso. Los niveles de volatilidad electoral alcanzados fueron similares a los de 1982. El 1 de junio de 2018 se lleva a cabo con éxito la primera moción de censura en el Congreso de los Diputados en detrimento de M. Rajoy, siendo Pedro Sanchez el nuevo presidente del Gobierno. Tras convocar elecciones el 28 de abril de 2019 no se ha llegado a un acuerdo entre los partidos y estamos abocados a unas nuevas elecciones el próximo 10 de noviembre con un escenario muy particular aún por determinar.
Fuente:CIS (Elaboración propia)
Una vez entendida la trayectoria política que ha seguido nuestra España, debemos explicar como se percibe ideológicamente a los partidos, cuya evolución podemos observar en las tablas ya expuestas.
Una clasificación tradicional situaría a Podemos en la extrema izquierda por su discurso centrado en los problemas sociales y su programa profundamente reformista, progresista en lo social e intervencionista en el ámbito económico. El PSOE trata de fugarse a la izquierda modificando su discurso con el surgimiento de la extrema derecha y con el objetivo de diferenciarse más del PP, con el que ha compartido políticas neo-liberales y posiciones similares en los principales temas de Estado, abrazando incluso la figura del Rey. Ciudadanos por otra parte es el partido que más confunde al electorado ya que se le identifica tanto como partido de centro-izquierda como de derechas, con un discurso más progresista e intervencionista que el del PP en temas sociales como la familia, el aborto y la Iglesia pero por otra parte se ha opuesto a temas relacionados con la condena del franquismo y la memoria histórica por ello recibe su nombre de partido "bisagra". El Partido Popular se ha definido históricamente como partido de derechas , muy conservador en el ámbito social mientras que defiende unas políticas de corte neo-liberal aunque desde hace unos años ha ido moderando su discurso intentando reclamar el centro-derecha, sin embargo desde la irrupción de VOX ha tenido que endurecer su mensaje en ciertos temas en los que ha visto cómo perdía votos. El partido de Santiago Abascal es de los pocos que no busca esta centralidad y se hace con el nicho de votos que ha dejado un Partido Popular muy "blando" en ciertos aspectos que ya no representaba a una parte del electorado más conservador. VOX no pretende agradar a todos, su discurso es muy duro y sin tapujos con claros argumentos homófobos, machistas y xenófobos. Lleva a cabo una estrategia de crispación, marcada por el contexto de crisis que analizaremos en la segunda parte de esta cuestión.
Aunque en la actualidad casi todos los partidos busquen la dominación del "centro del tablero" y en el caso de los nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos rehuyan las etiquetas "izquierda y derecha" la realidad es otra, la ideología de una organización no cambia de unas elecciones a las siguientes, el núcleo duro de cada partido se mantiene en el tiempo y trata de conservar unas ideas primarias que perduran más allá de estrategias electorales en unas campañas determinadas. No podemos clasificar a los partidos por su programa, ya que España no posee mecanismos efectivos para revocar un mandato si se incumplen las promesas electorales o se llevan a cabo políticas que perjudican a la mayoría de la población. Debemos de tener en cuenta el origen y trayectoria de cada partido, las políticas que llevan a cabo, la posición en determinados temas, el contexto de una democracia "joven" de España y la comparación con otros partidos de la UE. Pero esta revisión del espectro ideológico merece un análisis más profundo.
Explicando más a fondo los distintos ciclos electorales, empezamos con las elecciones fundacionales de 1977. Tras la aprobación de la Ley para la Reforma Política (noviembre de 1976) –en la que se incluía el sistema electoral que habría de utilizarse para transformar los votos en escaños– tuvieron lugar las elecciones. Con más de seis millones de votos, un millón más que los obtenidos por el PSOE, la Unión de Centro Democrático (UCD) alcanzaba el Gobierno al hacerse con 166 escaños, frente a los 118 de los socialistas. Si nos centramos en los partidos políticos, la mayor parte de votantes se decantó por la UCD y el PSOE (demostrando la moderación ideológica a la que tendemos los españoles). En resumen, los resultados dieron forma a un sistema multipartidista moderado, caracterizado por una competición intensa entre los dos principales partidos, que sumaban el 64% de los votos y el 81% de los escaños en 1977 y el 65,5% de votos y el 83% de escaños en 1979. En 1982 se produjo un acontecimiento histórico. Fruto de sus profundas divisiones internas, la UCD, el partido de gobierno, se desintegró. Las elecciones de este año fueron críticas, pues producen un cambio sustancial y duradero en los alineamientos electorales. El PSOE subió 81 escaños, otorgándole mayoría absoluta. Así, y hasta 1993, entramos en un bipartidismo imperfecto, desapareciendo la atomización de partidos que habían tenido representación en las elecciones de 1979 pasando de 9 a 5 partidos nacionalistas y regionalistas. Además, la concentración en el porcentaje de votos y escaños de las dos formaciones mayoritarias, ahora PSOE y AP, se elevó hasta el 75% y el 88%, respectivamente.
Fuente:CIS (Elaboración propia)
Las siguientes elecciones generales celebradas en 1986 y 1989 supusieron la continuidad y la estabilidad del sistema de partidos. Ambos comicios produjeron mayorías absolutas para el PSOE, si bien a cada elección bajaba su número de escaños. En 1996 se consagraría el cambio y la entrada de un nuevo ciclo electoral, esta vez de regreso al multipartidismo moderado, hasta el año 2011. Estas elecciones pusieron fin a la extensa etapa de catorce años de gobierno socialista presididos por Felipe González. El PP obtuvo el 38,8% de los votos y el 45% de los escaños con casi diez millones de votos.
Fuente:CIS (Elaboración propia)
Salvo en las elecciones del año 2000 (mayoría absoluta de Aznar en la que parcialmente se volvió al sistema de partido predominante), hubo una intensa competición PP-PSOE. Se buscó una mayor polarización del voto, para diferenciarse, a razón de explotar el estímulo o priming a través de issues favorables. Y por último, en las elecciones de 2011 entramos en un multipartidismo cada vez más fragmentado, agravado por la presencia de cada vez más partidos. El PSOE perdió algo más de cuatro millones de votantes con respecto a los comicios de 2008, cayendo 59 escaños y quedándose con el 31,4% de los votos, a causa principalmente de la profunda crisis económica mundial. 5. Si desde 2004 los dos principales partidos habían concentrado el mayor porcentaje de voto desde 1977 (un 80,3% en 2004 y un 83,8% en 2008), los comicios de 2011 dispersan al electorado (PP y PSOE suman un 74,4% de los votos (casi un 10% menos que en las elecciones generales anteriores). Si en las elecciones generales de 2011 la crisis económica y política que se palpaba en la sociedad española había sido canalizada bajo el esperado reemplazo del PSOE por el partido líder de la oposición, en 2015 podemos hablar de un cambio sin precedentes en el sistema de partidos. El número de partidos electorales (un índice que tiene en cuenta el número y el peso en votos de los partidos) pasó de 3,3 en 2011 a 5 en 2015, siendo el más elevado del periodo democrático. En esencia, esto se debió a la irrupción en el Congreso de los Diputados de dos fuerzas políticas nuevas: Podemos y Ciudadanos. El “terremoto electoral” de las elecciones generales de 2015 dejó tras de sí la mayor irrupción de dos nuevas formaciones en el Congreso. Los niveles de volatilidad electoral alcanzados fueron similares a los de 1982. El 1 de junio de 2018 se lleva a cabo con éxito la primera moción de censura en el Congreso de los Diputados en detrimento de M. Rajoy, siendo Pedro Sanchez el nuevo presidente del Gobierno. Tras convocar elecciones el 28 de abril de 2019 no se ha llegado a un acuerdo entre los partidos y estamos abocados a unas nuevas elecciones el próximo 10 de noviembre con un escenario muy particular aún por determinar.
Fuente:CIS (Elaboración propia)
Una vez entendida la trayectoria política que ha seguido nuestra España, debemos explicar como se percibe ideológicamente a los partidos, cuya evolución podemos observar en las tablas ya expuestas.
Una clasificación tradicional situaría a Podemos en la extrema izquierda por su discurso centrado en los problemas sociales y su programa profundamente reformista, progresista en lo social e intervencionista en el ámbito económico. El PSOE trata de fugarse a la izquierda modificando su discurso con el surgimiento de la extrema derecha y con el objetivo de diferenciarse más del PP, con el que ha compartido políticas neo-liberales y posiciones similares en los principales temas de Estado, abrazando incluso la figura del Rey. Ciudadanos por otra parte es el partido que más confunde al electorado ya que se le identifica tanto como partido de centro-izquierda como de derechas, con un discurso más progresista e intervencionista que el del PP en temas sociales como la familia, el aborto y la Iglesia pero por otra parte se ha opuesto a temas relacionados con la condena del franquismo y la memoria histórica por ello recibe su nombre de partido "bisagra". El Partido Popular se ha definido históricamente como partido de derechas , muy conservador en el ámbito social mientras que defiende unas políticas de corte neo-liberal aunque desde hace unos años ha ido moderando su discurso intentando reclamar el centro-derecha, sin embargo desde la irrupción de VOX ha tenido que endurecer su mensaje en ciertos temas en los que ha visto cómo perdía votos. El partido de Santiago Abascal es de los pocos que no busca esta centralidad y se hace con el nicho de votos que ha dejado un Partido Popular muy "blando" en ciertos aspectos que ya no representaba a una parte del electorado más conservador. VOX no pretende agradar a todos, su discurso es muy duro y sin tapujos con claros argumentos homófobos, machistas y xenófobos. Lleva a cabo una estrategia de crispación, marcada por el contexto de crisis que analizaremos en la segunda parte de esta cuestión.
Aunque en la actualidad casi todos los partidos busquen la dominación del "centro del tablero" y en el caso de los nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos rehuyan las etiquetas "izquierda y derecha" la realidad es otra, la ideología de una organización no cambia de unas elecciones a las siguientes, el núcleo duro de cada partido se mantiene en el tiempo y trata de conservar unas ideas primarias que perduran más allá de estrategias electorales en unas campañas determinadas. No podemos clasificar a los partidos por su programa, ya que España no posee mecanismos efectivos para revocar un mandato si se incumplen las promesas electorales o se llevan a cabo políticas que perjudican a la mayoría de la población. Debemos de tener en cuenta el origen y trayectoria de cada partido, las políticas que llevan a cabo, la posición en determinados temas, el contexto de una democracia "joven" de España y la comparación con otros partidos de la UE. Pero esta revisión del espectro ideológico merece un análisis más profundo.
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