Elecciones y crispación en España (II): ¿Interesa la crispación?


La crispación nace de la ira, que nace del descontento y del malestar, y han existido pocos caldos de cultivo mejores para ello que la crisis económica de 2008. En España, no solo dejó a la población en una de las peores situaciones de paro y pobreza de su historia, sino que además quebrantó el sistema político al generar una profunda desconfianza del ciudadano en la clase política (la negación de la crisis del PSOE sumado a su inacción y a su reforma laborar; y los recortes del PP con posterior rescate a los bancos y a la corrupción). Este malestar generalizado fue lo que llevó a la muerte al bipartidismo y trajo consigo el nacimiento de dos nuevos partidos (e indirectamente un tercero) con discursos mucho más sentimentales y viscerales, introduciendo el concepto de "populismo".

El primero de esos partidos es Podemos, el cuál ha sido muchas veces catalogado como de extrema izquierda, pero sobre todo ha sido el más asociado con el citado populismo. Ambas cosas van relacionadas, ya que a pesar de que el partido estuviese a la derecha de Izquierda Unida e ideológicamente se autodefiniese dentro del socialismo democrático e incluso de la socialdemocracia, su reivindicación del 15M y su canalización del descontento de izquierdas contra las instituciones y la “austeridad” le dio esa imagen de partido protesta. Su discurso se basaba en esa distinción entre las élites (la casta) y el pueblo trabajador, a quién los partidos tradicionales no habían sabido representar según ellos. Este tipo de partido no fue único de España, sino que fue común a la mayor del sur de Europa (La France Insoumise, Bloco de Esquerda, Movimiento 5 Stelle o SYRIZA, todos en mayor o menor medida achacando los peores efectos de la crisis económica a la asociación de las élites económicas y políticas. Sus iniciales posturas se fueron moderando con el paso del tiempo (economía, Unión Europea, monarquía, etc.)

Por otro lado es importante también hablar de Ciudadanos, ya que introdujo ciertos puntos en el debate político que sí pueden ser entendidos como radicales. Este partido nace en Cataluña como una respuesta desde el centro-izquierda al nacionalismo catalán. Al lanzarse a la política española se presentaron como un partido de centro pragmático que como puntos centrales llevaba el ataque a la corrupción y al nacionalismo, por los que sus medidas hablaban del fin de los aforamientos, de la eliminación de administraciones innecesarias y, dentro de éstas, incluían el fin de los gobiernos autonómicos (por considerarlos pozos sin fondo de dinero que en el mejor de los casos no beneficiaban en nada al ciudadano y en los peores casos los dividían y enfrentaban como en el caso Catalán). También este era un discurso populista en cierta medida, al dividir a la población entre unas élites ocultas en las administraciones intermedias corruptas (diputaciones, gobiernos autonómicos, etc.) y el pueblo que tenía que soportarlo con su pago de impuestos. Ese pragmatismo y  la anticorrupción tuvieron un gran calado en el centro derecha español, huérfano al huir de la corrupción del Partido Popular. Al igual que Podemos, su discurso sobre las autonomías se fue calmando, pero la llegada de buenos resultados asociados al voto del centro-derecha provocó un viraje hacia la derecha del partido que terminó de plasmarse con el referéndum ilegal de Cataluña del 1 de Octubre. Este evento llevo a Ciudadanos a centrarse en un discurso nacionalista español, aglutinando el descontento con medidas como la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española de una forma que a día de hoy rechaza el Tribunal Constitucional.

Pero el más claro ejemplo de radicalismo político populista es Vox, partido en la órbita de la extrema derecha europea (Front National, UKIP, Alternative für Deutschland, Lega, etc.). Este partido es una consecuencia indirecta de la crisis económica ya que por un lado es una respuesta al secesionismo catalán, que se vio en auge gracias a un discurso de crispación contra el gobierno central durante la crisis; y por otro lado es un partido que se nutre de votantes descontentos del Partido Popular y de Ciudadanos y que, gracias a la crisis del sistema de partidos, ya no tenían lealtad por ellos. Se vio muy beneficiado especialmente por el crecimiento de Ciudadanos y mimetizó parte de su discurso introduciéndole otros puntos que, por su europeísmo y progresismo y por su posterior moderación, Ciudadanos no incluía. Usó la propuesta de Ciudadanos de eliminar las autonomías, atacó la corrupción política e introdujo el discurso del odio contra refugiados e inmigrantes, así como un ataque frontal contra lo que llama “la dictadura progre” (derechos LGTBI, erradicación de la violencia de género o medidas para frenar el calentamiento global). Esa suma explosiva de ultranacionalismo y conservadurismo usando un discurso crispado y populista consiguió arrebatarle a Ciudadanos y al Partido Popular dos perfiles electorales que iban unidos en gran medida pero que ellos no supieron atraer (el Partido Popular perdió la batalla por el nacionalismo con su gestión del Referéndum del 1 de Octubre y Ciudadanos nunca quiso o supo buscar al electorado conservador). Su populismo se basa en la división de la ciudadanía en las élites progres (irónicamente colectivos oprimidos como el LGTBI, las mujeres o los inmigrantes) y las independentistas y el resto del pueblo nacional español, al que según ellos no se les deja "vivir en paz" hablando su lengua y manteniendo sus tradiciones.

El problema de la entrada del discurso de Vox a la escena política es que obliga al resto de partidos a "jugar a su juego" y subir el tono, igual que pasó con Donald Trump en Estados Unidos. El Partido Popular, habiendo perdido el centro-derecha, temía perder la derecha y por ello se amoldó a su discurso (las famosas "Manos manchadas de sangre" de Casado a Sánchez o "los pactos con violadores" de Juan José Cortés también a Sánchez). Por otro lado el PSOE también uso ese discurso a su favor pero de otra manera: en vez de lanzarlo contra sus adversarios, mostraba lo que le habían lanzado. El miedo a la ultraderecha fue su principal programa político en las elecciones de abril. De igual modo, la exhumación del dictador Francisco Franco fue usada para señalar a los pocos activos vivos del franquismo como peligrosos y asociarlos con Vox. El PSOE ha usado por tanto el crecimiento de la extrema derecha y su crispación como forma de crecimiento propia.

Pero estos últimos años están teniendo un eje principal de crispación, esta vez centrada en el eje nacionalismo vs independentismo, marcando las campañas electorales tan cercanas entre sí. Sin embargo, antes habría que analizar es uso de esta estrategia en la esfera política. 

La derecha está dirigiendo, nuevamente, la estrategia de crispación para provocar un desgaste en el partido de Gobierno, en este caso, el PSOE de Sánchez, pero esta misma situación se dio en la última legislatura de Felipe González y en la primera de Zapatero. El profesor de Ciencia Política Sánchez Cuenca estudió este fenómeno en 2008 y se pronuncia nuevamente con respecto a la situación actual. Explica que la estrategia de la derecha se centra en crear un marco amigo (España)-enemigo (independentismo de cualquier índole), en el que se presenta al PSOE como débil para solventar este problema, otorgando así más fuerza a los "enemigos de la nación". Según Sánchez Cuenca, esta estrategia nace en Estados Unidos y busca sustituir el voto ideológico dentro del eje izquierda-derecha por un choque ideológico sobre el terrorismo y la cuestión territorial, donde el votante de izquierdas se divide, mientras que la derecha se une y moviliza. Esto es así porque la cuestión nacional y territorial es un tema propio del eje de derecha, si bien para la izquierda es un tema que genera controversia, pues hay votantes de izquierdas que se sienten más cercanos a las reflexiones de la derecha con respecto a las actuaciones sobre la cuestión territorial, así se produce un enfrentamiento interno en el votante de izquierdas entre cuestión de clase y cuestión nacional, una contradicción de cleavages

Para producir esta crispación el lenguaje se torna un arma de peso. Así, los discursos de la derecha al hablar del Partido Socialista se hacen en términos muy extremos, rozando o incluso llegando a lo insultante. Este discurso se ha descontrolado completamente por parte de los líderes del PP y Ciudadanos, Casado y Rivera, puesto que buscan liderar el eje de derechas. 
También se radicaliza, como se ha tratado anteriormente, con la entrada de Podemos y Vox, entendidos como partidos más en los extremos del eje de percepción ideológica de los partidos. Cabe mencionar también como el principio de no contradicción ya no es aplicado por una esfera política en un ambiente de continua campaña. A pesar de la existencia de hemerotecas, la contradicción argumental e ideológica, ya no sólo dentro del partido sino incluso en el discurso de un mismo individuo, sumado a esto que ya no se da cada cuatro años esta contradicción, sino que muchas veces se da con una distancia de horas, se ha convertido en algo rutinario que ya no se ve reflejado en el voto. La vida política se ha convertido en un reality, propio de cualquier plataforma de contenido audiovisual, en el que la velocidad de los capítulos no permite un análisis en profundidad del contenido discursivo y que busca únicamente mantener enganchada a la población con frases o titulares, construidos bajo la fórmula del twit. Los focos de debate han quedado sustituidos por tertulias de consumo rápido no razonado. 

Todo esto, es decir, la lucha por el control del eje de derechas y la aparición de partidos ubicados más en los extremos del eje ideológico, la no aplicación del principio de no contradicción, sumado a la crisis económica, aún no superada, que sigue afectando y polarizando tanto a la población, ha favorecido un uso extremo del lenguaje. Ahora se da una estrategia de crispación basada en atacar a los propios ministros, en lugar de proponer alternativas de oposición, como se hizo en 2008 por Mariano Rajoy. No podemos olvidar que esta estrategia de crispación centrada en el ataque personalista se ve muy exacerbada con el desarrollo y la expansión de las redes sociales que dificultan el debate haciendo que, como dice Sánchez Cuenca, "tiende a encerrar a la gente en un bucle".

Pero ¿por qué se ha vuelto a utilizar esta estrategia? Teniendo en cuenta que las elecciones que se avecinan el 10N se caracterizan por su poco anclaje de voto, es decir, porque la gente decide más tarde a quién va a votar o si va a votar o no, es muy importante mantener en una tensión constante al electorado para asegurar su movilización. Así, la estrategia de crispación busca movilizar al electorado, o bien mediante el enfrentamiento nacionalismo/independentismo o bien con el discurso de “votar a x para evitar que gane o coja fuerza y”, y posicionarlo de forma clara en una opción política.

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